Educacion no asegura empleo digno a la juventud rural peruana


Según el ENAJUV 2011 solo el 27,07% del total de jóvenes rurales se encuentra estudiando, frente a un 41,08% urbano; los de 15 a 29 años estudia el 56,96%, los de 20 a 24 años el 7,95% y de los de 25 a 29 años solo el 2,31%. El 47,3% de jóvenes rurales indica que la principal razón por la que no asisten a un centro de educación es por problemas económicos, que se ha reducido de 64,8% (ENAHO 2004), le sigue la falta de interés en el estudio o bajas notas con 14,0% que ha incrementado al 18,0% al 2011, y alcanzo su mayor incremento con el 20,6% en el 2009; para las mujeres el segundo problema es su dedicación a los quehaceres del hogar con 12,6%.

La tasa de matrícula en educación secundaria en las zonas rurales entre enero y marzo del 2012 alcanzo el 32,1%, mientras que la tasa bruta de asistencia escolar fue del 88,1% y la tasa neta de asistencia a educación secundaria 69,0% para el 2011 según ENAHO Junio 2012, situación que viene mejorando desde el 2004 donde ambas cifras representaban el 77,5% y 53,5%. Solo el 8,4% de jóvenes rurales ha tenido acceso a educación superior técnica o universitaria frente al 34,1% urbano, que es el mismo porcentaje que ha alcanzado el nivel primario a menos.

La principal actividad económica y laboral en las zonas rurales para la juventud es la Agricultura y la Ganadería; en los últimos años su participación en este sector económico productivo primario ha disminuido de 74,89% según el Censo del 2007 al 70% según el ENAJUV 2011, notándose además un crecimiento en las ocupaciones ligados al sector servicios sobre todo en mujeres (26,1%), la modalidad de trabajo de esta PEA Juvenil es el siguiente: 22,9% independientes, 37,8% obreros y 29,2% Trabajadores Familiares No remunerados (TFNR), habiendo sido en el 2007 35,31%, 24,66% y 26,38% respectivamente, notándose una disminución de los TFNR en las mujeres que aun representan el 41,7% y los adolescentes el 42,5% y un aumento de los obreros que en varones alcanza el 49,5%,

A diferencia del 29,7% urbano, el 64,9% de jóvenes rurales se desempeña como trabajador no calificado, con mayor incidencia en los jóvenes de 15 a 19 años con 77,3%; las mujeres destacan con un 11,2% como trabajadoras en el sector servicios y comercio frente al 2,4% de varones. Aunque el 31,2% de los jóvenes rurales que no buscan empleo lo hacen porque no hay trabajo, las  mujeres (29,4%) no lo buscan porque los quehaceres del hogar no se lo permiten.

Como vemos la baja calidad y nivel educativo de los jóvenes rurales no les alcanza para mejorar su acceso a empleos de calidad, ni incidir en la mejora de la productividad de la pequeña empresa agropecuaria familiar que ayude a elevar sus ingresos y a una mejor valoración de su trabajo, ya que es esta donde se genera la mayor cantidad de mano de obra para el empleo rural.

Y aunque existe mejoras urge políticas públicas de compensación y adecuación educativa para los que no pudieron concluir la educación primaria y secundaria; mayor información para el acceso a educación superior y orientación vocacional para aprovechar el potencial juvenil; además de políticas de incentivo para que los productores promuevan la innovación para la productividad en la empresa familiar con liderazgo de sus jóvenes hijos  o familiares y la promoción de organización juvenil para compartir sus experiencias.

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